
PASTOR: Mike Havlin

La autenticidad tiene que ver con ser consecuente entre lo que se dice y se hace, y entre los valores que se proclaman y las prioridades que se exhiben. La falta de autenticad significa que proclamamos ser una cosa, pero en realidad somos otra. El apóstol Pablo retó a los hermanos en Corintios de evaluar su autenticidad al escribirles: “Examínense para saber si su fe es genuina. Pruébense a sí mismos. Sin duda saben que Jesucristo está en ustedes, de no ser así, ustedes han reprobado el examen de la fe genuina.” (2 Corintios 13:5 Nueva Traducción Viviente)
Hay una historia interesante acerca de un pequeño pueblo que tenía un enorme roble en medio del parque central. La gente del pueblo se sentía orgullosa de ese árbol, el cual había estado allí desde hacía mucho tiempo, aun antes de muchos de ellos nacieran, y pensaban que de seguro el árbol seguiría allí después de que muchos de ellos hubieran fallecido. Pero un día un gran ventarrón partió el árbol por la mitad y puso al descubierto un tronco infectado. Exteriormente el roble era todo un símbolo de fortaleza, pero interiormente el roble estaba débil y vulnerable. Por años había engañado a sus admiradores.
Es una historia que debe poner a uno muy pensativo y reflexionar bien. El reto más grande que enfrenta la iglesia para los próximos años y tal vez décadas antes que venga Cristo, es la enfermedad que está menoscabando su poder e integridad: el cristianismo no auténtico.
Realmente pocos son los problemas exteriores que obstaculizan el ministerio de la iglesia, especialmente en nuestra parte de mundo occidental. Cuando se hace comparación con países donde el cristianismo es prácticamente ilegal, nos hallamos en condiciones más favorables. Contamos con dinero y edificios, instituciones educativas de primer orden para preparar a nuestros líderes. Tenemos recursos abundantes: biblias y mucha literatura cristiana, conferencias, expresión libre por emisoras cristianas, ministerios por internet, centros de capacitación, diversas clases de ministerios y contamos con una relativa libertad política. Pero la vida cristiana no autentica anula todas estas ventajas externas.
Uno de los enfoques en el ministerio de nuestro Señor era la autenticidad. Muchas veces Él se hallaba enfrentado la hipocresía de los líderes religiosos de su día. El Evangelio de Mateo registra un juicio feroz de Jesús contra los escribas y fariseos. (Mateo 23) Entre las censuras fuertes de Jesús en cuanto a esas figuras de liderazgo religioso, se encuentra lo siguiente: “ ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque limpias lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estás llenos de robo y de injusticia. ¡Fariseo hipócrita! Limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera sea limpio.” (Mateo 23:25-26) ¡Que palabras! La autenticidad comienza por lo del adentro de uno, no por un externo show de fe fingida.
Otra vez regresamos al “examen de la fe genuina”. Ya basta de dar muestras falsas de fe para impresionar o manipular a los demás. Nuestro Dios es el gran lector de corazones. Que seamos seguidores auténticos de Cristo; siguiéndole de corazón y en verdad. Recordando que NO hay nada oculto para él.
Procura que tu corazón sea genuino de adentro hacia afuera
Pastor Mike Havlin